Jaime Ignacio Magnan
(De Primavera Rota)
De pequeño, soñaba ser arquitecto.
Mi padre celebró la elección
y me enseñó a trazar rectas,
con ayuda de una escuadra,
sobre periódicos de moda:
textos que hablaban de pan,
trabajo, justicia y libertad,
acompañados de muchas fotos
donde saludaba, siempre afectuoso,
un hombrecito con lentes y bigote,
Sobre aquellos impresos
aprendí a dibujar casas,
y grandes edificios,
a modo de plantillas…
Las recortaba con cuidado
incorporando un par de aletas
para que sirvieran de base
y pudieran mantenerse en pie.
Con el tiempo, mi padre
trazó, con suma precisión,
sobre una gran superficie
de madera terciada,
una serie de retículas
y sobre ellas pegué,
en forma ordenada, mis modelos.
conformando manzanas y calles,
parques y grandes avenidas.
Estaba orgulloso de mi ciudad,
en ella me refugiaba en juegos
y soñaba construir una real,
cuando fuese grande.
Un día, disfrazada de falsa primavera,
la tristeza se abatió sobre mi país,
oscureciendo el cielo y las personas.
Mi madre, alertada sobre el peligro,
convino tomar medidas desesperadas;
mi padre, con sumo dolor, juntó libros,
periódicos, afiches, banderas y fotografías
especialmente las del hombrecito de bigote,
y alimentó una gran pira en el patio de la casa.
Como acto reflejo, los vecinos hicieron lo mismo,
y por horas, columnas de humo sostuvieron el cielo.
Toda una época quedó reducida a cenizas.
Luego, las tristes miradas de mis padres
se posaron sobre mi orgullosa ciudad,
correspondiéndole su infame turno.
Y como ajeno Nerón, viendo arder Roma,
me despedí de ella contemplando su destrucción,
sin que mis lágrimas fuesen suficientes en cantidad
para sofocar el holocausto de mi niñez…
Ahí murieron mis sueños de ser arquitecto.
Más tarde comprendí lo peligroso que era
construir ciudades con ideas revolucionarias…
(De Apagón cultural)
Censura vs Autocensura
Era más fácil esconder los textos,
confesar que eres analfabeto,
que nunca habías leído a Neruda,
que jamás te interesaste por la poesía;
y reprimir tus ataques creativos
contemplando una hoja en blanco
mientras los cinco sentidos luchaban
por escribir versos de mala muerte…
Lo peor de vivir bajo la censura
era eso: condenarse a la autocensura.
(De La palabra libertad ensayada por una paloma)
La paloma y los hombres de frac
Y aparecieron hombres de frac,
tan distintos a los uniformados
que creímos en sus fatuas promesas.
Y nosotros te queremos libre,
te dijeron.
Pero cuando gobernemos
te queremos a nuestra izquierda,
en ese campo bordado,
al pie de nieves eternas
bañadas por el mar pacífico…
Pero te queremos oprimida,
susurraron,
sólo para nosotros,
la favorita del harén
en jaula de oro.
Jaime Magnan Alabarce. Santiago de Chile, 1967. Poeta y narrador radicado en Lebu, su patria chica. Coordinador del Concurso Literario Gonzalo Rojas Pizarro y co-editor del fanzine literario “Chonchón”. Poemarios: Oficio de geógrafo y Años de piedra.
Hola Jaime, gracias por compartir estos hermosos poemas y así poder pasar, de mejor manera, estos días un tanto flojos y encerrados.
Un abrazo amigo y que pronto pase todo. Cuídate.
Me gustaMe gusta