El mártir

LUIS ALVARENGA
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*POEMA POR LA RESURRECCIÓN DE MONSEÑOR ROMERO

El mártir

Es cierto.
Mi palabra no es sólo mía.
Había una tenue luz,
una discreta iluminación
para vislumbrar un pequeño cielo.
Síganlo.
La palabra es un viaje de luz
si sale en el tiempo justo.
Un segundo más
y es fruto que se pudre,
cadáver de sílabas
como los que gastaban
esos mercaderes
que me señalaban
para la muerte.

El puro

Que no se diga otra vez tu nombre,
para que se conserve ese instante estremecedor que fue tu vida.
Que no se nombre nada con tu nombre,
que nadie se diga seguidor tuyo,
que no ensucien tu palabra otras palabras
incluyendo estas,
que desaparezcan estas palabras/hechas cenizas al aire/humo sin color,
para decirte
para callarte
para convertirte en una tenaz escultura de silencio.
El silencio.

Los fariseos

“No es cierto todo
lo que cuentan de él.
Él jamás dijo
que si lo mataban
resucitaría como flor terca
en su pueblo desnudo”.

¿Por qué le das
el pan de vida
al que no tiene una boca agradecida,
al que escupe sobre su harina
de triturado hueso?

Por un favor recibido
(Meditación final)

Tu palabra prende
corazones que velan,
plegarias insomnes
que se marchan al sol.
Tu voz restaña
mi corazón lisiado
de tiempos sin fin.
Tu amor me echa a andar
pone pies
donde había dudas
y humedece de besos
el desierto.
En tu corazón de niño
está el milagro.

Luis Alvarenga, poeta salvadoreño (1969). Ha publicado los poemarios Otras guerras, Libro del sábado, Hotel Central , Dante y Las florecidas arboledas del mar. Es el autor de la biografía de Roque Dalton, El ciervo perseguido.

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