Eloir Luévano
Ven de prisa, tenemos que hablar, sé que parece imposible, pero creo que hay un adiós en la casa, ayer lo escuché por la noche cerca de la alacena. No quise levantarme a buscarlo, tengo miedo, qué tal que ya lleva rato rondando por aquí y ahora tiene un nido lleno de pequeños adioses. Tan sólo pensar que puede estar cerca hace que se me erice la piel, llévatelo, puede terminar con lo nuestro y no quiero. Necesito proteger lo que tenemos, guardar bien tu mano enredada con la mía mientras dormimos, el olor de tu cabello sobre la almohada y la sonrisa desorbitada que me das con los buenos días. No, no quiero que le pase nada. No entiendo cómo pudo entrar si siempre tuve la precaución de cerrar puertas y ventanas, incluso clausuré la chimenea y puse artilugios para mantener a los adioses lejos. ¿Lo trajiste tú? ¿Cómo que no supiste cómo llegó? ¿Hace cuánto que vive entre nosotros? ¿Por qué no lo evitaste? Sácalo ya, llévatelo de aquí. Claro que quiero. Puedo ayudarte a deshacernos de él aunque le tenga fobia.
Eloir Luévano. Prófugo de una ingeniería en sistemas inteligentes, siempre quiso estudiar historia, pero terminó estudiando letras en la Universidad Autónoma del Estado de México. Formó parte de la primera generación del diplomado en creación literaria impartido por el Conaculta, tuvo sus queveres con la narración oral, ha compartido textos con diversos colectivos, revistas y en distintos sitios web.